martes, 29 de junio de 2010

Y si al fin es amor...

La protagonista de este post pide que por favor guardemos su anonimato, es lógico, la historia transcurre en tiempo real, aún hoy quedan vestigios de ése amor que no pudo ser... ¿o quién sabe?


Corría el año 2002, cuando lo conocí. En ese momento yo tenia 19 años y un hijo de casi dos años, de mi primer novio. Fui madre soltera porque el papá se borró y me costó mucho, recién estaba empezando a salir nuevamente, me había anotado en un sitio de chat y así lo conocí.

Mi ex tenia 21 años, cursaba su último año en licenciatura en sistemas y su vida tenía poco que ver con la mía. Yo era una chica "normal", trabajaba 8 horas como telefonista, estudiaba libre las materias que debía de la secundaria y pasaba todo el resto del tiempo con mi bebé. Él, en cambio, era un chico "bien", de buena familia, de alta sociedad. Su padre era muy adinerado y distinguido. Él nunca había trabajado, sin embargo tenía auto, tarjetas de crédito, vacaciones en Punta del Este con sus amigos y gastaba más dinero en un fin de semana de lo que yo tenia en un mes.

Sin saber nada de su condición social, me enamoré a primera vista. A los tres días ya estaba loca por él, nunca me había pasado nada parecido con nadie y nunca más me pasó. Pasamos 4 años juntos, muy felices, pese a que su familia nunca me aceptó, jamas fui invitada a ningún evento, ni presentada como su novia. No era bienvenida en su casa y sus hermanos ni siquiera me saludaban cuando me veían.

Sin embargo, nosotros éramos felices. Durante esos cuatro años, él se recibió y comenzó a trabajar como gerente en una gran empresa mientras que yo seguía trabajando en lo mio.
Su familia pensaba que él merecía algo mejor que yo y lo que más les molestaba era mi hijo. Nada nos importaba.

Un día
como cualquiera, llega a mi casa con un anillo para pedirme matrimonio. Fue uno de los días más felices de mi vida y por supuesto, acepté inmediatamente. Pasaron los meses e íbamos planeando la boda, pagando los preparativos, el vestido, las alianzas, el salón, ya faltaba poco, un mes para la fecha, enviamos las invitaciones por correo, fuimos a la charla pre-nupcial, hicimos el ensayo en la iglesia, contratamos a un coro, ya no quedaba nada y estábamos felices hasta que todo se derrumbó...

Vino a mi casa con muy mala cara y me dijo una frase que aún recuerdo: quiero cancelar la boda, porque mi familia no piensa asistir y sin ellos, así no me puedo casar.

No se pueden imaginar lo que sentí... y ese día cortamos. Yo no podía entenderlo y tampoco podía enfrentar la humillación de decirle a todos mis amigos y mi familia que la boda no se hacia pero que igual seguía con él. Pasamos tres meses separados, hasta que un día me lo vuelvo a cruzar, sentí que me moría. En menos de quice minutos ya estaba nuevamente en sus brazos, pero yo no quería seguir siendo su novia eternamente y mi idea era que el trate de revertir la situación a la que su familia lo exponía rechazándome.

Pero duró poco, nuevamente pusieron mil trabas a nuestra relación, no aguanté más ver como él no podía hacerles frente y cortamos.
Meses después, se casó con quien su familia siempre había querido y tuvieron un hijo. Yo no lo sabía y él seguía mandándome mails y mensajes diciendo que me extrañaba y que yo era el amor de su vida. Así que cambié de teléfono y de email. Un año mas tarde, me tocó a mi: me casé y tuve un bebe.

La historia podría haber terminado ahí, cada uno viviendo como puede con su familia pero no... nos hemos visto de casualidad muchas veces en estos meses, vivimos en una ciudad muy pequeña y para qué contar las escenas, si hasta hemos llorado al vernos.
Pero la frutilla del postre llegó hace poco, mi marido se conecta un día a su cuenta en Facebook y encuentra un mensaje privado de una señorita, preguntándole si era mi marido. Él responde que sí, y acto seguido ella le dice que desconfíe de mi, que había encontrado mails que su esposo me mandó y que en esa época ella ya estaba casada con él. Mi marido preguntó las fechas y se dió cuenta que en ese momento nosotros ni siquiera nos habíamos conocido. Por suerte me evité un problema.

Pero no conforme con eso, he recibió muchos mensajes privados de ella en Facebook insultándome y culpándome de que su matrimonio esté fracasando, hasta que un día me cansé y llame a mi ex. Le pedí que por favor hable con su mujer para que deje de molestarme y ahí mismo él se enteraba que su esposa había violado su privacidad leyendo su correo y que me estaba amenazando. Pero en vez de enojarse con ella, lo único que me preguntaba era si lo extrañaba...

Ésta es mi historia y es muy triste. Estoy casada con el hombre de mi vida, pero no con el amor de mi vida. Tengo momentos de felicidad, pero siempre está mi ex, como una sombra y sé que para mi él es igual. ¿Cómo se supera?


Y para matizar, un tema que cae como anillo al dedo...

jueves, 17 de junio de 2010

Qué te llegue tu merecido...

Mientras huecas como Victoria Vanucci se ríen de las mujeres golpeadas en la tapa de una revista, muchas mujeres conviven con el infierno de la violencia familiar. Y como este blog se trata sobre exterminar a los ex, éste lo amerita más que el resto. Con ustedes, la historia de Carlita, una chica valiente que lucha a diario para librarse de su cruz.


Todo empezó más o menos hace un año, mi ex y yo trabábamos juntos, después de tirarme onda, mantuvimos una charla y ahí empezó la historia. ¿Para qué me pregunto hoy?...

Todo parecía maravilloso, salvo que al principio seguía con su ex novia, entonces yo fui una estúpida, pero al cortar con ella por mí, según él, éramos la pareja más linda que nadie haya visto. Aunque las cosas dentro no eran normales, debí verlo.

Un día tuvo un ataque de celos, me encerró en el baño y me insultó de arriba a abajo, lastimándome con sus palabras. La relación siguió su curso como si nada, yo seguía siendo más estúpida todavía. Lo peor comenzó unos meses más tarde cuando, a los seis meses de relación, nos peleamos muy mal y hubo insultos y agresiones físicas de por medio, celulares estrellados y peleas con mi familia.

Nunca imaginé vivir semejante infierno y aunque quizás fue culpa mía nunca busqué semejante relación. Empecé a ir al psicólogo al darme cuenta que la persona que había en el espejo no era yo misma y quería recuperarme, obviamente él siempre me ponía trabas. Nuestra relación nunca terminaba porque por alguna razón le creía, hasta que un día todo se desmoronó, me dí cuenta que nunca le había importado mi vida y mucho menos nuestra relación, que me había alejado de todos mis seres queridos en el término de meses y que pretendía que mi familia me dejara en la calle con tal de ser el único que pudiera ayudarme y convertirse así en mi príncipe azul.

Me doy cuenta que fue culpa mía haber mantenido una venda en mis ojos por casi un año, pero nunca fue mi intención sentirme así, nunca fue mi intención sentirme al borde de la muerte porque la situación era insostenible, las pocas ganas de vivir me ganaban de mano, no veía esperanza en nada, lo más triste que ni siquiera la veía en los ojos de mi hija de 6 años que estaban cansados de verme llorar y creo que vislumbraban mi desesperación aunque sin entenderla.

Me dí cuenta que lo valioso lo tenía en casa, que él era una persona que aunque tenga que verlo a diario dentro de poco tiempo cuando él vuelva al trabajo, debería ponerme fuerte y sentirme lista para que la fuerza que me dieron mis seres queridos no permitan que alguna vez se vuelva a acercar a mí, mucho menos se atreva a hacerme daño.

Y ojalá sea como dicen que todo vuelve. Que él logre sentir lo que yo sentí a causa suya, que se vea miserable, acorralado y sienta que no vale nada. Quizás así logre darse cuenta que la vida es hermosa, pero él es pobre, porque no tiene gente que le de fuerzas como a mí, entonces esa será la venganza, no mía sino de la vida...