viernes, 19 de noviembre de 2010

domingo, 14 de noviembre de 2010

Seguí mintiendo si te quedan ganas…

Como adelanto del libro, una de las historias del capítulo "Detector de mentiras". A ver si ahora se entiende: a veces se necesita sangre para dar vuelta la página y hacer justicia...


Todas las frases que voy a nombrar a continuación, fueron mentiras salidas de la boca de la misma persona; mi ex. En el término de un año escuché:


- Me tuve que quedar en el trabajo.

- Vuelvo más tarde, mi jefe se quedó con el auto camino a Entre Ríos (¿Y desde cuándo trabajás para el auxilio mecánico?)

- Me encontré con un amigo que hace muuuucho no veía.

- Me llamaron los chicos, reciencito se armó partido de fútbol, chau.

- La última, que fue la “master mentira” de todas: disculpame que llegué tan tarde, es que me pusieron algo en la cerveza, no me acuerdo de nada, me afanaron, ¿no ves que estoy descalzo?

Ése mismo día le saqué las llaves y lo puse de patitas en la calle. Por supuesto me quedé con todo. Alguna indemnización me merecía por soportarlo.



Matemos a los ex, en diciembre en su librería amiga. Para seguir todo el proceso, pueden registrarse acá.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Gracias por la casa, sos un amor…

Me llega la historia de Juan y se me estruja el estómago. ¿Será porque siempre me tocó heredar tipos lastimados que de una forma u otra, me hicieron pagar los platos rotos de sus ex? A ver si gracias a su relato, entendemos un poco más algunas conductas masculinas...



Cuando la conocí sufría de anorexia y después, ya en la relación, me enteré que también tomaba pastillas. Su cuadro era angustiante, me la presentó una amiga en una fiesta y la amé al instante. La aparente fuerza de voluntad para salir adelante que demostraba me cautivó. Ese día nos fuimos juntos y durante seis años nos hicimos inseparables. Claro, con momentos mejores y otros peores, pero siempre juntos.


No fue fácil, por supuesto. La llevé a vivir a mi casa para que saliera de su círculo familiar, grandes culpables de su enfermedad. Me banqué a su lado toda su recuperación, le cortaba los alimentos en trocitos para que cumpliera con todas las comidas que le indicaron y la vigilaba con una paciencia que no creí que tenía. Nunca la traté como a una “hija”, siempre fuimos pares y compañeros, ella también se ha bancado cosas mías. Pero avanzamos, nos compramos juntos una casa, la decoramos al gusto de los dos, vivíamos riendo.


Fue y aún creo que es (simplemente porque no me volví a enamorar) la mujer de mi vida. Pero parece que para ella no fue igual. Hubo un antes y un después de su recuperación. Mientras estuvo enferma y triste, parecíamos la pareja que más se amaba en el mundo. Una vez “curada” la realidad fue otra.


De un día para el otro comenzó a espaciar los llamados. Éramos de hablar muchas veces al día, para estar comunicados pese a las obligaciones de cada uno, pero sin explicaciones ella dejó de disfrutar ese contacto: “No podemos hablar tan seguido, ya no tengo nada que contarte, me aburro”. Lo mismo pasó a nivel sexual. Nunca más me buscó ni generó un encuentro, al parecer le daba exactamente lo mismo que pasemos dos semanas sin sexo.


Por supuesto, comencé a sospechar. Era otra mujer, distante, cuando llegaba a casa no sólo no me preguntaba cómo había sido mi día sino que a veces ni siquiera estaba. Mi vida se transformó en un infierno. No me interesaba estar con otras mujeres (aunque posibilidades no me faltaban), yo la quería a ella y no podía creer cómo se había transformado en ése monstruo que dormía a mi lado.


La comprobación llegó algunos meses después. Estaba embarazada y no le quedó otra que confesar, no daban las cuentas para que ese hijo fuese mío. Mucho problema no se hizo, me dijo que desde hacía un tiempo se estaba viendo con un compañero de su oficina, que ya no tenía deseos de estar conmigo y que no me hiciera problema: podía quedarme con la casa y todos los muebles, ella se iría.


No puedo explicar mi sensación, si bien siempre sospeché que estaba con alguien, esto era demasiado. ¿Qué carajo me importaban la casa y los muebles, si acaba de recibir el golpe de mi vida? Me sentí defraudado, no me lo merecía, la ayudé en los momentos que más me necesitó como nadie.


No pude decirle demasiado ni tampoco me quise quedar en reproches. Ya había un bebé en camino, no había vuelta atrás. Así ella se hubiese querido quedar conmigo (cosa que ni siquiera intentó) no la podría haber perdonado. Fue el mayor acto de deslealtad que viví en mi vida, ¿no era más simple decirme que se había enamorado de otra persona en lugar de comportarse tan mal conmigo?


Hace poco me enteré que nació su hijo, que vive con el compañero de oficina y que es feliz. La odio, no le deseo el mal, pero no la puedo perdonar y eso no me permite confiar en nadie. Me volví un ser oscuro, introvertido y medio depresivo. Mi tristeza no tiene fin, di todo y me pagaron de la peor manera, ¿cómo puedo apostar a otra persona con esta mochila encima?


miércoles, 3 de noviembre de 2010

¿Encima que me engañas, me dejás un regalito?

Por razones que comprenderán al final del relato, la protagonista de esta historia pide que se reserven sus datos personales. Cinco años y una mochila muy pesada que necesita compartir...


Cuando conocí a mi ex no imaginé que gracias a él conocería lo peor de mi. Un día común en una salida con unas amigas lo conocí, fue amor a primera vista, ése mismo día vacilamos, pololeamos, pasamos el rato juntos, al día siguiente me llamó y comenzó nuestro idilio amoroso. Me sentía en las nubes, capaz de luchar contra el mundo por él, perdí la noción del tiempo, de responsabilidad mi mundo era él.

Todo iba bien, hasta que un día, sospeché que me engañaba, después de mucho negarlo, de varias peleas y reconciliaciones monumentales, con la excusa de que se iba del país me terminó. Me la pasé desconsolada y tratando de entender porqué me dejaba, hasta que un día lo encuentro en la puerta de mi facultad abrazado con un tipa que consideraba mi "amiga". No sé que me dolió más si su traición, la de mi "amiga" o la cara de pena con la que todos me miraban.

Algo se destruyó dentro de mi ese día, decidí hundirme: ingería licor, comencé a fumar, me dedique a "vivir la vida", nada tenia sentido para mi, quería morirme e intente descubrir hasta que punto podía destruirme. Poco más de un año de esto, estando con otra persona, descubrí que estaba embarazada y apenas lograba recuperarme del shock cuando tuve un aborto. Sentía que caía lentamente hacia un abismo, toda mi vida se derrumbó a mis pies, para completar el cuadro la razón de mi aborto fue que tenia una enfermedad venérea, trasmitida por mi fabuloso ex.

Tengo una laguna mental, no sé bien la cronología de los hechos desde que conocí la enfermedad, gracias a Dios (que ha sido mi fortaleza todo el tiempo), pude recuperarme de salud, aunque las heridas del corazón aún no cicatricen del todo.

Han pasado 5 años de aquello y aún no me recuperó, cada experiencia ha sido demasiado dolorosa, nunca seré la misma, no confío en nadie, espero que el amor no me abandoné y que algún día encuentre un hombre en el sentido literal de la palabra, porqué el que conocí no puede ser llamado asi.