miércoles, 11 de mayo de 2011

¿Es necesario volver a vernos?

Reencuentro e ilusión, ¿es bueno revivir por un rato a un viejo amor, aún sabiendo que luego le seguirá perteneciendo a otra persona y que lo deberemos dejar ir? Nuestra nueva protagonista, nos regala esta historia para reflexionar y para que la ayudemos a tomar una decisión...


Y de pronto, decides reaparecer. Después de dos años, me haces la promesa de un nuevo encuentro. Me pregunto cuánto habrás cambiado. Supongo que el matrimonio hizo de ti un hombre diferente al que conocí. Seguramente tendrás muchas historias que contar. Quiero verte y escucharte, y al mismo tiempo me atormenta que me cuentes lo que no quiero escuchar.

Tengo una ilusión enorme por verte, y tengo ganas de vivir ese instante en el que nos vemos y nos reconocemos, después de tanto tiempo. ¿Dónde nos veremos? ¿Cómo será ese instante? ¿Ocurrirá? Estás cerca pero igual te siento lejos. Corren las horas y los minutos pero siento que no van a ningún lado. No siento la inminencia de ese encuentro. Quizás ya se escapó y no fue, no será.

Lo mismo de siempre, las dudas que nunca me dejaron saber cuán importante fui en tu vida. ¿Tendrás algo importante que decirme? A veces pienso que sí, que no me habrías buscado con tanta vehemencia, ni con tanta anticipación si no fuese así. Pero, ¿cómo puedes tener algo importante que decirme si hace tanto tiempo que no nos vemos, y en ese lapso te casaste?

No, claro que no me vas a decir nada importante. Es sólo la curiosidad que te mueve a verme porque estás cerca. O será que es más importante lo que no se dice. ¿Para qué nos vamos a ver? Si sabemos de la magia que hay entre nosotros. No lo dices, quizás nunca lo admitas, pero algo le pasa a un hombre que busca a una mujer con la ansiedad con la que me buscaste para decirme que venías, con dos meses de anticipación. Y moviste el cielo, el mar y la tierra hasta dar conmigo. Ese es tu lenguaje.

El lenguaje de tus acciones es tan elocuente y diferente al lenguaje de tus palabras, y ese es el que yo entiendo. Te intuyo en un nivel tan profundo que veo una foto tuya y en tu mirada veo la nostalgia por mi. Al día siguiente me llamaste. Quisiera que vieras en mi a la misma de siempre pero diferente. No quiero demostrarte nada. Quiero poder ser capaz de mantenerme ecuánime frente a ti, que me veas simpática, dueña de mi misma, segura, risueña y tranquila, pero también con energía. No quiero que una mirada o un gesto delaten que aún sigo enamorada de ti, que no he podido olvidarte. No es que quiera ocultarlo, tú bien lo sabes. pero te casaste, y yo, sigo sola y sigo enamorada de ti.

Me parece que es la felicidad que intuyo en ti la que me va a mirar desde un pedestal bien alto, con cierta compasión. Pobre, aún me ama. Pero no te equivoques, querido. si en algún momento me gana el sentimiento y éste se trasluce a través de alguno de mis poros, que te quede claro que amarte no significó una derrota. El amor me hizo más fuerte y más grande. Me aportó ilusión y vida y también fuerza creativa. Nuestra historia, no terminó frente a un altar. Pero no por eso fue menos importante. Supe levantarme del dolor de haberte perdido, o mejor dicho, de comprobar que nunca fuiste mío. Y he sabido amarte con alegría, con la felicidad de las horas vividas junto a ti.

¿Qué voy a hacer cuando esté frente a ti? ¿Qué cara voy a poner si me cuentas de tu vida conyugal, de la maravillosa luna de miel que seguramente tuviste? Supongo que respiraré hondo y pondré mi mejor cara de alegría y celebraré tus triunfos personales, y al final te desearé, una vez más y como siempre, lo mejor. Así es el amor. Y tengo ya, las cejas depiladas, los labios hidratados, los pies lindos. Tengo el vestido y tres atuendos más para elegir de acuerdo al clima, a la hora, al lugar en donde quizás nos encontremos. Compré todo en España, hasta un reloj nuevo de Agatha, cartera, diferentes sandalias, mucha ropa linda. Ojalá ese día brille el sol y yo junto con él. Ya sólo espero tu llamada cuando estés acá, cerquita, a minutos de mi. Estoy lista para verte.